En una
escena de Wakolda Eva (Natalia Oreiro), embarazada de siete meses, está siendo
examinada por Otto (Àlex Brendemühl) un médico que nosotros ya identificamos
desde el principio de la película como un nazi escondido en el sur argentino a
comienzos del año 1960 (la información de que se trata de Josef Mengele, uno de
los peores monstruos de la historia de la humanidad, no la recibimos hasta el
final). “¿Son dos, no?” pregunta
ella. El doctor posa su oído sobre un costado de la panza y se oye el latido de
un corazón, luego repite la acción con el otro costado y se oye otro latido.
Enseguida la voz en off de Lilith (Florencia Bado) la protagonista, dice “Ese día se confirmó que eran dos”. Esta
escena es un ejemplo del principal defecto que tiene Wakolda, en la que todo es explicado
con palabras y de manera expositiva (y muchas veces redundante), sin confiar en
la potencia de las imágenes como elemento esencial de la narración
cinematográfica.
Lilith y su
familia se dirigen hacia Bariloche con el plan de reabrir la hostería de la
familia de Eva, en una parada conocen al médico alemán, que termina
hospedándose con ellos.
Notando los problemas de crecimiento que tiene la niña,
Otto sugiere a Eva aplicar un tratamiento que él mismo desarrolla para mejorar
la productividad del ganado vacuno. A espaldas de su esposo y obsesionada por
que su hija sea normal, ella accede sin hacer muchas preguntas.
Lilith, por su
parte, se muestra inmediatamente fascinada por Otto sin motivos aparentes (la
manera en la que ella se mantiene siempre cerca de él resulta un poco forzada).
Inicialmente el film busca generar suspenso manteniendo la incógnita sobre cuáles
son las verdaderas intenciones del hombre con la niña, pero eso se diluye a los
pocos minutos cuando
numerosas subtramas van apareciendo. Una de ellas es la de espías, en la cual Elena Roger
interpreta a una agente encubierta del Mossad (servicio de inteligencia Israelí
que en esa época se encontraba en plena campaña para encontrar y juzgar a los
criminales de guerra nazis) que descubre la verdadera identidad de Otto. Su
personaje, quizá el más interesante del film, se limita a hacer un llamado telefónico
y poco más, nos quedamos con las ganas de saber más sobre ella.
Lilith
asiste a un colegio alemán, el mismo al que fue su madre muchos años atrás, y
su problema de crecimiento la convierte en el blanco de las burlas de sus
compañeros, pero esta relación entre ella y los demás chicos no la vemos en la
pantalla sino que la enuncian diferentes personajes “estaban valorando los cuerpos de las chicas y a vos te pusieron un
cero” le dice un compañero “hoy la
burlaron todo el día” cuenta a Eva el hermano de Lilith. Esos comentarios
nos dan a entender que ella es víctima de una discriminación feroz, sin embargo
en a pantalla no vemos más que algunos compañeritos riéndose de lejos (cosas
mucho peores suceden en los colegios de Buenos Aires en nuestros días). Sin
embargo ella tiene un amigovio, al
que la película no le presta ninguna atención, y juntos descubren un pozo en el
parque del colegio donde están escondidos textos nazis, de inmediato llega la represalia de un
grupo de compañeros que acorrala a la pareja en los
baños advirtiéndoles que no se metan, sugiriendo la existencia de
una especie de Sociedad de los Poetas
Muertos nazi que también queda solamente enunciada. La película insinúa que
el colegio es una suerte de nido de víboras donde la discriminación del débil y del diferente está arraigada, pero en
ningún momento explora esto en profundidad, termina siendo solamente un
decorado.
La voz en
off omnipresente de la niña protagonista, cuya retórica de adulto muchas veces
resulta inverosímil, nos cuenta todas aquellas cosas que la película debería
transmitirnos.
El padre
(Peretti) fabrica muñecas para Lilith (un punto de la trama que resultará
importante, además de darle el título al film). “Le gusta que sean todas distintas” nos explica ella (Otto las
prefiere todas iguales y perfectas). ¿No hubiese sido mejor que la pantalla nos
muestre las diferentes muñecas que hizo el papá?. ¿No hubiera sido mucho mas
potente y emotivo?.
Si bien el
planteo de Wakolda no deja de ser interesante y cuenta con un bello trabajo
visual, sufre de algunos problemas que suelen aparecer en las adaptaciones
cinematográficas de novelas: lo importante y sutil del film está explicado por
alguien (principalmente la voz en off de Lilith, que incluso nos da información
que su personaje no conoce, como si se tratara justamente de un narrador
omnipresente típico de las novelas) por lo que los actores no tienen mucho
espacio para lucirse y los personajes quedan apenas esbozados (no confundir
sutileza con escasez). Además, el coqueteo del film con numerosas subtramas (el
drama familiar, el film de suspenso, la trama de espías, las colonias alemanas
en argentina, el adoctrinamiento escolar y la película de terror) sin explorar
ninguna a fondo termina dejando sabor a poco.