Un delicioso dialogo de una obra de teatro que mezcla
diferentes textos de Shakespeare es representado por un grupo de actrices. Después,
en los camerinos, tienen una larga conversación donde cada una esgrime extrañas teorías sobre
el amor y las relaciones de pareja. Una de ellas decide tomar un rol
conspirativo para reunir a dos amantes malogrados al mejor estilo de la Emma de
Jane Austen, solo que en este caso tiene una vuelta de tuerca mas acorde con
estos tiempos (y que no quiero contar). En torno a eso gira esta película
sorprendentemente directa y efectiva: Sakespeare, el amor y su funcionamiento
misterioso.
Los diálogos ingeniosos, sutilmente cómicos, sensibles pero irónicos
y a menudo absurdos fluyen con naturalidad y resultan fascinantes, las actrices
involucradas (Maria Villar, Agustina Muñoz, Elisa Carricajo y Romina Paula
entre otras) se cargan parlamentos a veces larguísimos sobre los hombros pero
lo hacen con total convicción. La cámara de Matias Piñeiro se concentra sobre sus
rostros buscando registrar los gestos mas sutiles.
Si alguien me apura, diría que se trata de una comedia
romántica, pero liberada de los arneses que representan las restricciones del género
(que parece estancado estos últimos años), y sin embargo tiene su particularísimo
happy ending.
Y entonces, cerca del final de la película, cuando ya estoy
pensando en mi mejor tono de varón porteño tanguero: ¿ves? las minas están
todas locas, cuando ya estoy convencido de que Piñeiro hizo esta pequeña gran
película para reírse de lo complicadas que son las mujeres. Entonces un consejo
femenino paranoico, rebuscado y contradictorio.
Un consejo irracional, funciona.
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